martes, 3 de mayo de 2011


Nunca en “oposición subjetiva”
Por Gerardo Réquiz

Un analista no debe colocarse nunca en “oposición subjetiva[1]” a la chifladura de un sujeto. O, lo que viene siendo igual, al trozo de real que lo representa y le suministra la clave para su lectura del mundo y para su relación con la realidad.  

La afirmación de inicio subyace en el corazón de los Principios de la práctica analítica. No así para las psicoterapias que en lugar de principios tienen instructivos que apuntan a la buena relación con la realidad y presentan como método un pragmatismo más cercano al sentido común que a lo real encarnado en la chifladura. Esta, con su presencia irreverente, se convierte en piedra de tranca de las psicoterapias de todo tipo incluyendo las de inspiración psicoanalítica.

Todo sujeto, sin quererlo, rinde honor a Freud porque su existencia es la experiencia viviente del “más allá” que el genio freudiano puso en primer plano sobre la repetición, a veces compulsiva, que signa la realidad mental. Pues bien, esa satisfacción “más allá”, que no obedece instrucciones es la tarea imposible de las terapias. Y no deja al terapeuta otro remedio que reprochar al sujeto porque no colabora con el tratamiento cuando él, con toda su experiencia, tiene el saber hacer  y lo animan las mejores intenciones para ponerlo en el camino que conviene para el buen arreglo con la realidad. El noble pragmatismo que proponen como método terapéutico y como herramienta para el bien vivir los expone a un triste papel frente a la chifladura que lo rechaza.

Sin embargo, si de pragmatismo se trata ¿por qué no utilizarlo igualmente como argumento para legitimar nuestra praxis? También trabajamos para un mejor arreglo con la realidad ¿por qué no decirlo? Solo que nuestro pragmatismo o, mejor aún, nuestra pragmática, es la de un objeto oculto pero activo, y nuestra realidad es la del síntoma, aséptico nombre que damos a la chifladura ¿Acaso cuando Lacan propuso el savoir y fare avec para este síntoma, no estaba finalmente prescribiendo un uso, y bien pragmático, de la chifladura de cada uno para arreglárselas consigo mismo y con la realidad?


[1] La expresión “oposición simbólica” es de J:-A.Miller. Véase Florilegio clínico del año 2000, p. 62. AMP, Buenos Aires, 2000