lunes, 7 de febrero de 2011


Un comentario del texto : ¿ Con qué se idenfica Juan Peña?
Por Gustavo Zapata
He leído con detenimiento el desarrollo que hace Carlos Márquez, en su artículo "¿Con qué se identifica Juan Peña? aparecido en el número más reciente de The Wannabe. A partir del impresionante cuento de Pedro Emilio Coll "El diente roto", Carlos despliega una reflexión en torno al problema de la identificación en la doble vertiente de sus avatares en el sujeto y la constitución del vínculo social. Desde el ángulo del sujeto, explica el papel que desempeña para la constitución subjetiva el encuentro con el agujero del trauma, la angustia que le es propia, y la partida que se juega entre el autoerotismo y el otro como vías de salida del impasse que supone. Desde el ángulo del vínculo social, nos muestra la irresistible corriente de interpretación que moviliza al Otro para tratar de asimilar eso que, de tan extraño, se hace familiar, haciéndole entrar en un discurso que lo coloca en una posición cómoda para el cuerpo social, convirtiéndolo en el héroe necesario, mientras él se solaza en los bordes dentados del agujero. Y a partir de allí, nos presenta una tesis sugerente para tratar de elaborar la extraña circunstancia que vivimos los venezolanos. El relato de Coll anticipa sobradamente el personaje de la novela de Jerzy Kosinsky, Chauncey el jardinero, adicto a la tv y a la jardinería, único vínculo que tiene con la realidad y los otros, que de la noche a la mañana, enfrentado al vacío de sentido que es la muerte del amo, se convierte en Chauncey Gardener, consejero de poderosos, amante de las mujeres más codiciadas, oráculo de un país, aunque sólo habla de jardinería y tv. El gran masturbador que llega lejos no tanto por su ambición, como nos muestra Carlos, sino por la debilidad de un tejido social extraviado en su propia tontería. Pero Carlos deja entrever que no todo está perdido, si el psicoanalista sabe ocupar su lugar: "El oficio del psicoanalista hoy entre el relativismo y el fundamentalismo sigue siendo el encuentro traumático con el Otro sexo que no es relativo sino absoluto, pero tampoco es fundamental sino contingente. Su producto no es un líder, por eso Juan Peña es una suerte de parodia del producto de un análisis. Su producto no introduce en el centro del vínculo social la certeza del goce al que sí se puede acceder, sino el enigma del que accediendo a algún goce, no se arruina ni arruina por ello a los demás. Este enigma sirve de ejemplar único más que de ejemplo, es la exposición temporal de alguien que accede a su modo."