lunes, 7 de febrero de 2011

Notas a propósito de la práctica del psicoanálisis

Por Audrey Suarez

En Venezuela hacer psicoanálisis pasa por un –“hacerlo existir”- a diferencia de la Práctica Analítica en otros países como Argentina, Brasil o Colombia, donde se conoce al psicoanalista como un recurso más, entre otras alternativas con las que puede contar un sujeto en el mercado de la “atención psi”. Particularmente, ocurre a los que ejercemos en Caracas, que la posibilidad de solicitar una cita con un “profesional”, puesto que así somos nominados entre otros significantes, resulta un acto para el interesado de gran esfuerzo, esfuerzo excepcional, muchas veces fortuito; cuando ante la impotencia de no ser escuchado en un hospital, trabajo, servicio, colegio, universidad, etc., el síntoma irrumpe y se opta por la consulta privada. Hasta aquí nada parece nuevo en cuanto a lo que antecede a una demanda de análisis. Mientras, nosotros los analistas interrogamos nuestro acto, asumiendo y enfrentando como dice Lacan “el horror” que ello implica, ello es poco, no se trata en esta latitud de corroborar una Práctica solamente, es “crearla cada vez”, casi como en tiempos de Freud esperanzados en avanzar hacia las enseñanzas de Lacan en cada sesión, ante una cultura adormecida y moralmente agotada desde la posibilidad misma de “llegar” al consultorio lo cual tiene que ver con aspectos claros de lo real, hasta las más diversas manifestaciones subjetivas previas a la puesta en funcionamiento del dispositivo: angustia, la presión del diagnóstico, la prisa por la explicación de los síntomas, la solicitud de medicación, solicitudes de quehaceres paralelos mientras se asiste a las sesiones, planteamientos todos, que se erigen para taponar cualquier posible pregunta y emergencia del inconsciente. Como sabemos Freud y Lacan abordaron siempre esto, las demandas del sujeto contemporáneo ante el malestar que le ocasiona su síntoma no han variado, con el paso de un siglo desde la invensiòn de Freud. En el texto sobre El Acto Analítico por Graciela Brodsky, publicación de los Cuadernos del Instituto Clínico de Buenos Aires-5, se muestra el recorrido de Lacan cuando éste interroga la relación del psicoanalista con el acto (1): “El seminario 15 está dedicado al psicoanalista y también a la clínica. Pero es cierto que se puede leer desde tres perspectivas:1) desde la perspectiva de la clínica del acto: acto, pasaje al acto, acting out, angustia, acto verdadero, etc.;2) desde la perspectiva del acto analítico, del acto del analista en la sesión, es decir, la interpretación, el corte, la puntuación, toda la dimensión del tiempo; 3) desde la perspectiva del acto de lacan y la respuesta que obtiene de su acto. En esta perspectiva, este seminario puede leerse como una interpretación a la comunidad analítica.”

En otra parte del texto, Brodsky, dice: “…nos dirigimos, hacia la interrogación de un triángulo que Lacan hace, donde interroga las relaciones entre el saber, la verdad, y el goce.” De este modo, las preguntas que los analistas nos hacemos cuando de abordar e ir contra el goce mortífero se trata, hacen referencia forzada a las posibilidades que tenemos los analizantes en la Escuela por ubicar cómo ante la particularidad del venezolano y no se trata de generalizar lo singular, pues he allí el problema, el psicoanálisis puede continuar existiendo, ¿hasta dónde cambios en la perspectiva del acto del analista, son respuesta a que continúe el psicoanálisis en Venezuela? ¿Tendremos que exponernos a hablar de lo social para responderlo? ¿Es que eso no se hace?, estas preguntas son el encabezado de una conversación ante la que todos los practicantes del psicoanálisis en esta latitud nos exponemos y que nos exige precisar. Poner la lupa en el debilitamiento y borramiento progresivo de la subjetividad de los que habitan este país y del que estamos siendo testigos.


Referencia bibliográfica

(1)“El acto analítico”.Fundamentos / Cuadernos del Instituto Clínico de Buenos Aires-5/2002. Graciela Brodsky