martes, 1 de junio de 2010

El que toca solo, el seulevist.


La soledad, mucho se ha escrito sobre ella. Lacan funda su nueva Escuela diciendo: fundo tan solo como siempre he estado en mi relación con la causa analítica. Para luego ser criticado por ello, para agregar…y junto a otros… ¿Con qué esta solo un sujeto?, con su deseo.

El Solista (…) Un analista, trabaja solo en su consultorio, es un poco solitario, pero se somete a un análisis, asiste a una escuela, y expone en ella su relación con la causa analítica, y con la causa de su deseo de ser analista. Presenta trabajos, emite opiniones, desarrolla toda una serie de actividades que muestran sus lazos… ¿amorosos?... con el psicoanálisis. Es un amor en acto, que hace que el goce condescienda con el deseo, vía de la transferencia. El analista, el solista, el soloanalista… Las resonancias de estos significantes muestran el paso del sentido a la escritura. El soloist, el solista, es alguien que lee escrituras, lee partituras, escrituras que son sagradas, sagradas escrituras, sagrados textos que remiten al nombre de Dios, como fundante del amor y no del capricho. En el espacio de un square, plaza, lugar se encuentran dos cuerpos, se trata de una contingencia, no es una repetición. Esa contingencia, ese real, tiene un efecto de sorpresa para nuestro personaje. Un mendigo se encuentra tocando a Beethoven, y hasta allí, solo parece ser una curiosidad, hasta que Nathaniel pronuncia la palabra clave: Julliard, la mejor academia de música clásica y ballet de Nueva York. Lo que hace signo: Un signo lo es para alguien, una luz roja en una esquina indica que debemos detenernos. Julliard hace signo para alguien de una cierta cultura que sepa lo que significa ese significante en el mundo de la cultura. De allí comienza la investigación de una historia, para el periodista, y desde ese punto comienza nuestra diferencia, como analistas, de ese tipo de estudios, a nosotros nos interesa una vida. A partir de allí el espectador analista comienza a observar las dificultades entre el escritor y el solista. Hay un momento en el que se cruzan las historias y uno no sabe quién es el protagonista, el solista, si Nathaniel o Steve, cual crisis es más intensa, quien lleva una vida mas normal…


Este signo nos informa sobre un dato de la vida de un sujeto, un dato central, se trata de un sujeto-músico, que desde muy niño se encuentra con Beethoven, con el ser-puro que le viene y lo encuentra, es un primer encuentro. De ese significante se sujeta hasta el momento en que se desengancha y comienza su deambular psicótico hasta llegar a las calles de Los Ángeles, precisamente, ciudad en la que se reencuentra con Dios: No sé cómo trabaja Dios, dice: Efectivamente, ¿Cómo trabaja Dios? Un recuerdo infantil: la madre se le acerca, el se hace el dormido, ella lo acaricia y le dice “Cuando te escucho tocar, oigo la voz de Dios”. Y luego agrega: hay un mundo esperándote. Luego, aparece el Huracán Katrina, y a partir de allí, esa circunstancia de la naturaleza, ese real, esa contingencia, que nos recuerda la frase de Lacan: la naturaleza está llena de semblantes (los meteoros, los arco iris o arc-en-ciel, los huracanes, etc.…). L a perdida del hogar materno, y no se sabe si de la madre también, trastoca la vida de este sujeto. La Psicosis, sus síntomas: Lacan describe los fenómenos elementales, que son como esa especie de cosas extrañas alrededor de las cuales se construye un discurso. Escucha voces, su nombre, la voz de Dios, la voz de una mujer, la madre, lo llaman, huye, se esconde, trastornos del lenguaje. La suciedad y la contaminación. Fenómenos que se inscriben en una estructura psicótica, y que terminan por conformar un delirio de contaminación, paradójico, ya que duerme en la calle, en el suelo. El se esconde, se esconde donde nadie lo ve, como la Carta Robada, la Lettre volée, la carta que vuela, las palomas que lo aplauden en la calle, los papeles que vuelan, arrojados con furia ante un contrato que convierte a alguien en dueño-amo de su vida, en un sujeto que no quiere tener amo. El se esconde en la calle, en un sitio público, pero es la voz, el objeto vocal, invocante lo que permite localizarlo.

Soy un alumno de Julliard, significante que lo representa ante la madre, quien le dice que esa es la Voz de Dios. Pero este Dios no es el de Schreber, este es el significante que lo representa ante el capricho materno, es el nombre del Deseo de la Madre, lo que no aparece es la figura paterna, ni la metáfora paterna que le den un nombre al sujeto. Solo la figura de Beethoven parece ocupar ese lugar, lugar en donde el se encuentra tocando en el instante azaroso del primer encuentro. El Nombre del Padre: se reza en el nombre del padre, se ingresa en un mundo discursivo, retórico para establecer un intercambio significante a partir de esa nominación. El nombre del padre en lugar de la madre. Ese intercambio de significante es lo que haría que Beethoven pueda estar en el lugar del padre en una neurosis, pero vemos que no ha sido así, Beethoven es un significante que no sustituye a nadie sino que es utilizado por el sujeto para suplir algo de esa función faltante. Beethoven, Dios, alguien tiene que venir a engancharlo, sin él saber cómo trabaja, pero si beneficiarse de sus efectos. Lo que ocurre no es una metáfora, es una metonimia, un desplazamiento de un significante a otro que está a su lado, pero sin sustituirlo. Por eso la serie continua: Beethoven, Dios, Steve, solo la voz de este, el amor de este, este como el Único, como el significante único que vendría a ejercer esa función. El profesor de música intenta meterse en ese lugar y es rechazado violentamente; Steve lo traiciona con el documento legal, y el rompe en furia. Allí surge la erotomanía de transferencia, el solo ama a Steve, pero no como una figura desplazada del padre, sino por el mismo. La Transferencia en la Psicosis:

El psicoanálisis ha recorrido un largo camino en esta vía, comenzando con las neurosis narcisistas incapaces de hacer transferencia, hasta el momento actual en el que la erotomanía de transferencia viene a ser la forma bajo la cual se expresa la transferencia en las psicosis, ante la cual nos invita Lacan a no retroceder. Steve retrocede, vacila, se confunde. El requiebro amoroso de Nathaniel y el de su pareja, lo colocan a el en el punto de la decisión por el objeto amoroso, ante la procastinacion obsesiva del deseo, y ante el cuestionamiento de sus lazos sociales, siempre a medio hacer. Ante la psicosis responde este con la locura delirante obsesiva y acude a la medicina y al diagnostico, con su saber hacer desde el ángulo de la patología y convierte a Nathaniel en un enfermo, en una ficha, ante el cual la ciencia tiene un saber hacer. Este se niega a abandonar su hogar, la calle, su vía, la vía pública, y solo pone como condición el amor, única condición que el estima importante para acceder a modificar un poco su goce, a hacerlo pasar por la transferencia erotomaníaca. Este vínculo, que funcionara como un semblante en nuestro sujeto, permitirá que asuma la música de nuevo. Que cualquiera, como dice Lacan, pueda ejercer esa función